viernes, 7 de noviembre de 2014

Naranja


 El asfalto vacío de mañanas
Asida al volante se escapa
Y con la mano le agarra el muslo
Y él le canta
Le canta y le acaricia el pelo
Con los ojos entrecerrados
Le canta bajito en verso

Y le habla de las noches
De los días que nacen ligeros
Del tiempo que les queda
que se escapa entre los dedos
Del saber de los necios
Que enamorados escapan lejos
Le habla bajito de aquél beso.

Y con la mirada enrojecida
Detenida en el tiempo
Las lágrimas brotan en silencio
Y al volante sigue asida
Anaranjado ya el cielo
Y se apoderan los recuerdos
De lo bello, de lo etéreo.

Y le canta bajito
Le canta bajito en verso. 

martes, 14 de octubre de 2014

"Aguja"

Hola!

Como muchos ya sabéis, este verano estuve participando en la iniciativa "Lectures al jardí" y fue una experiencia increíble, ya que pude leer el primer capítulo de la novela que estoy escribiendo y que lleva por nombre "Aguja".

Por fin, podéis escuchar el fragmento en ivoox, espero que os guste y que me podáis dar vuestras impresiones.

Muchas Gracias.

Beatriz


http://www.ivoox.com/3596814


jueves, 9 de octubre de 2014

Nicotina en soledad

¡Hola chicos!
Siento el retraso, pero he estado ocupada con otros proyectos que acaparaban toda mi atención. Eso no quiere decir, por supuesto, que me haya olvidado de vosotros y de "Un renglón o más".

Hoy os traigo algo nuevo, ya que, por el tipo de texto, he decidido no sólo publicarlo de forma escrita, si no que también me he atrevido a declamarlo en un video que podéis ver en youtube, en el enlace de aquí abajo. Es mi primer vídeo así que, por favor, no seáis muy duros conmigo. Sé que la iluminación no es la más correcta, y, lamentablemente, mi memoria no es tan buena como para hacerlo sin leer, pero espero que os guste y que os sepa transmitir un poco lo que pensé en el momento de escribirlo. Para los más puristas, también os lo dejo escrito, para que podáis disfrutarlo con vuestra propia voz.

Espero que os guste, si es así, compartidlo con vuestros amigos y suscribiros a mi canal (espero que no sea el último que haga, mi intención es hacer muchos más)  y en el caso de que no, os agradeceré que me deis vuestros consejos.

Muchas Gracias!






Nicotina en soledad 
Ando por la calle y estoy harta, ¿saben?
Harta de las guerras, guerras de sexo entre mujeres resentidas que juegan mientras sonríen amargamente, fingiendo indiferencia ante sus amigas de melena planchada y botas de piel. Mujeres que sufren en silencio, desconsoladamente solas mientras apuestan su corazón con hombres que no entienden, o que entienden demasiado.
Y esos hombres, guerreros de estar por casa, se plantan y se arrastran, lloran y se vengan y todos, hombres y mujeres yacen entre brazos o abrazan como meros instrumentos. Ya no se aman, ya nadie ama.
Estoy harta de la guerra, pero también de la paz, mentirosa e injustamente llena de esperanza, colgada eternamente de unos hilos muy finos que nunca parecen romperse pero que ahogan. Harta del pesimismo de aquellos que lo necesitan para respirar, y del optimismo de los que necesitan que los demás respiren.
Y ando por la calle y pienso que si tuviera tiempo, ganas, sueños, me pararía a observar, pero solo lo hago mientras voy de un lado al otro, con un cigarro consumiéndose en mis labios, flácido, con la vida justa para presumir de que nada me importa.
Así funciona, gente que se arrastra, que vive y muere tan rápido como una colilla. Gente que sobrevive y que aún tiene ganas de luchar por lo que no necesita. De luchar y jugar a ser poderoso, en este mundo de sondas, tacones, picos y bótox. Esa es nuestra lucha, equivocados como el que no quiere aprender, encerrados, cegados por una luz falsa en la peor de las cavernas.
Estoy harta de gente que alza el puño, y de gente que grita sin creer. De esa desconexión entre el cuerpo y la mente, el sexo y la conciencia, el alma, tus manos, la luz de una tarde holandesa.
Estoy harta del dinero y de su falta, de sus faltas y su corta vida de exceso. De mujeres con pañuelos que no necesitan, de púdicos cuellos encerrados tras telas esclavas. De voces falsas que mienten en los hogares, de padres que pegan y madres que humillan y niños que lloran porque saben que algún día pegarán y humillarán.
Harta de vecinos que gritan, de pseudopsicólogos que pseudoescuchan, de todo a medias, y de a medias, nada. De luces azules y neones sucios, de ruidos que no entiendo y de terapias orientales.
Estoy harta de los pueblos que odian a los políticos y de políticos que odian al pueblo, de guerras al fin, del silencio que no llega, y de sotanas, y de carritos de bebé de última tecnología que arrastran madres vacías que solo buscan el consuelo de un llanto necesitado.
Harta de gente que no sabe lo que quiere, y tampoco busca, sin tiempo para respirar, y mucho tiempo para llorar. De taxistas que odian por ver pasar su vida tras una ventanilla amarillenta. Y nada cambia, y nada quiere cambiar.
No es miedo, hemos sufrido y nos hemos levantado. No es tiempo, lo perdemos tanto que ya no existe. No estamos contentos ni tristes, ni cerca ni lejos de saber a dónde vamos. 
Y el problema, el problema es éste. Ya nadie se arrodilla y abraza las piernas de la persona que ama. Ya nadie llora después de hacer el amor, ni regala flores, ni baila a Sinatra después de cenar. No hay vestidos largos un sábado noche, ni tampoco un pedazo de pálida piel que se enseñe así, por casualidad, y que haga enloquecer. No hay largas temporadas de añoranza, de ganas de oír una voz amada, de viajes interminables, de infancias sin corromper, de desinformación, de incultura, de sencillez, de silencio. Ya nadie arranca los botones de la camisa de su amado, ya nadie toca la guitarra desnudo mientras come chocolate, ya nadie se esconde, ya no hay secreto, ni lucha, ni muerte prematura. No hay miedo, ni inseguridad, ni poemas, Dios, ya no hay poesía. No hay poesía y es tan triste, todo es tan triste que estoy harta ¿saben?.
En este mundo vivimos, y yo les compadezco, y les doy las gracias por compartirlo conmigo porque, al fin y al cabo la única manera que tenemos de sobrevivir es permanecer unidos, y así, quién sabe, quizás algún día Sinatra vuelva a sonar sin esconderse tras unos auriculares de última generación. Porque no lo duden, lo hace, i es que quizás, quizás sí, quizás estoy equivocada, quizás existen esos soñadores, sí, quizás, es posible, seguramente, doy fe de ello, sí, existen. 

lunes, 1 de septiembre de 2014

Jamás

Jamás se sintió más hermosa.
Jamás más bella y elegante.
Con la luz de una lámpara de ambiente.
Jamás se sintió más mujer.
Jamás más linda, jamás lo hizo,
con el algodón ligero abrazando sus pechos
y el cigarro entre los dedos.
Con el aroma dulzón de una colonia barata,
con los labios de él rozando su boca,
y sus ojos penetrando,
y la comisura que se eleva delicada.

Jamás se sintió más cómoda.
Jamás más lejos y tan cerca.
Tras una jornada de tiempo ausente,
Jamás se sintió más mujer.
Jamás más sensible, jamás lo hizo,
con las piernas relajadas
dejando entrever algo de piel .
Con el calor de su aliento en las mejillas
y una respiración entrecortada.
Con voz oscura y grave, suave, ligera,
y unas notas de fondo que no identifica.

Jamás se sintió más feliz.
Jamás más despierta y sincera.
En aquél piso lleno de mañanas
Jamás se sintió más mujer.
Jamás más sensual, jamás lo hizo,
con los cabellos desordenados
y el oscuro del día en sus ojos.
Con el brillo de una lágrima dulce,
que se escapa y le da vida.
Y con el calor que ama
el calor que abraza y donde anida. 

lunes, 4 de agosto de 2014

El frío epistolar

Dobla la carta por fin. Lleva más de media hora de pie, siente las manos frías y los pies calientes. Besa la carta, la vuelve a desdoblar, la besa, la huele, la lee de nuevo, la dobla y la guarda en el bolsillo. La acaricia con la mano derecha y sigue ahí de pie. No se atreve a moverse, por miedo a que el momento desaparezca. Juega con ella entre los dedos. Las bicicletas sortean montañas de nieve virgen, gorros de lana de colores, manitas de niños en guantes demasiado grandes, sonrisas nórdicas, cabellos rubios, blancos, brillantes. No recuerda cómo ha llegado  al ascensor, sólo siente que sonríe, sólo repasa mentalmente cada palabra. En el ascensor se fija en la letra, en el rellano en la puntuación. Abre la puerta con dificultad, al ver las lagrimas cualquiera diría que está triste, pero es feliz. Es feliz y tiene frío.
La calefacción le ofrece un abrazo, quitarse la chaqueta una caricia, la taza de té que espera en la encimera un beso. Se agarra a eso, a eso y a la carta. Se desnuda en la cama y vuelve a leerla, vulnerable, con todas las cortinas corridas. La lee en silencio y en voz alta, del derecho y del revés, empezando por la última palabra y avanzando inexorable hasta el encabezado. La lee y la memoriza, la recita, la canta y la grita. Llora mientras la abraza y finalmente el sueño le gana la partida. Despertará en unos minutos y todo se le antojará un sueño, desnuda en la cama con un papel arrugado entre sus manos, de letra inconexa y rápida, trazos finos, cincelados en su alma, aún no lo entiende, lo siente, le quema bajo cero, cree recordar pero no entiende. Se levanta y se viste, hará su vida hasta la mañana siguiente, o la semana siguiente, nunca lo sabe con certeza, no pregunta, no se inquieta, no lo entiende. Sólo sabe que otra llegará pronto, y con eso respira, se inspira y, lentamente, empieza a preparar la comida. 

lunes, 28 de julio de 2014

Susana o "El despertar"

 Despertó con la primera luz del día que se escapaba por la rendija de la persiana. Los débiles pero constantes repiqueteos en el alféizar confirmaban las previsiones de tormenta y tuvo la sensación de que miles de agujas le recorrían el sistema nervioso, terminando con un hormigueo en la nuca que se apresuró en aliviar con las yemas de los dedos. Con ojos legañosos echó un vistazo a la habitación que se le antojó inmensa. Ninguna nota, ningún beso empañando los cristales como despedida. Una grieta en la pared atrajo su atención y la mirada fija le permitió divagar sobre la noche anterior. Una lágrima caprichosa lamió su mejilla izquierda, blanca y fría como el mármol de Carrara. La sangre, otro escalofrío, el dolor, las lágrimas serpenteaban como la lluvia en su ventana.
Se levantó, tiró de la sábana manchada con cierta rabia e hizo una pelota con ella. Salió de la habitación dando zancadas desordenadas y se dirigió al lavadero. Al oír un ruido metálico se asomó a la cocina, sonrió, tiró al suelo la prueba de su inocencia y se lanzó a los brazos de su hombre que, desnudo de cintura para arriba, se peleaba con las sartenes y la pulpa de la naranja. 

martes, 22 de julio de 2014

El huésped.






-       No quiero.
-       ¿Cómo?
-       Que no quiero, no quiero hacer esto.
-       Es que tú no tienes que hacer nada.
-       Sí, sí tengo, y no quiero hacerlo.
-       Lo hemos hablado miles de veces, ésta decisión ya está tomada.
-       No, no…
-       A ver ¿Qué pasa ahora?
-       ¿En serio me lo preguntas?
-       Estamos en el siglo XXI, por el amor de Dios.
-       Me da igual.
-       Bueno, pues a mi no, hemos hablado mucho de esto, pensaba que los dos estábamos de acuerdo.
-       Pues ya no lo tengo tan claro.
-       No puedes estar cambiando de opinión cada dos por tres.
-       Pero es que no estamos hablando de comprarse un coche. Esto es algo mucho más importante.
-       Precisamente, nos cambiará la vida.
-       ¿Y tu no quieres que cambie?
-       A mi me gusta nuestra vida.
-       Y a mi también, a mi también mi amor, pero piénsalo.
-       Lo he pensado.
-       ¿Seguro?
-       Muchas veces.
-       ¿Las suficientes?
-       Sí.
-       No sé, pues yo no, yo no. Lo siento
-       ¿A qué viene esto ahora?
-       ¿Qué quieres decir?
-       ¿Es por tu madre?
-       ¿Mi madre?
-       Tu madre te ha estado comiendo la cabeza, está claro.
-       Esto no tiene nada que ver con mi madre.
-       Por favor…
-       Lo digo en serio, esto es cosa mía.
-       No, esto es cosa NUESTRA.
-       No puedo evitar imaginármelo en mis brazos.
-       ¿El qué?
-       Pues a él, o a ella, qué se yo…
-       No hay “él” o “ella”, no hay nada.
-       Como puedes decir algo así…
-       Esto no estaba planeado.
-       No, es verdad.
-       Por suerte, estamos a tiempo.
-       Creo que ya es muy tarde.
-       No, sabes que hay tiempo.
-       Pues precisamente, podríamos pensarlo un poco más.
-       No hay nada que pensar.
-       Creo que no le hemos dedicado todo el tiempo que se merece.
-       ¿Cuánto tiempo necesitas?
-       El que haga falta.
-       Sólo nos queda un mes, después será imposible.
-       Veo que te has informado muy bien.
-       Por supuesto, no es ningún juego…¿Qué pasa?
-       Me molesta
-       ¿El qué?
-       Que te hayas estado informando sin contar conmigo.
-       Cuento contigo, ya te he dicho que pensaba que estabas de acuerdo.
-       No mientas, sabes que nunca he estado de acuerdo con esto.
-       Yo no miento.
-       Pues entonces niegas la realidad, miras para otro lado, prefieres no saber lo que pienso para sentirte menos culpable.
-       No soy yo quien no tiene claro lo que quiere hacer. En todo caso tú me mentiste a mi.
-       Sólo dije lo que pensaba que a ti te haría más feliz.
-       ¿Entonces no quieres hacerlo?
-       No, ya te lo he dicho.
-       Pues tenemos un problema.
-       Pues sí.
-       Pues de puta madre. Cojonudo, cojonudo…
-       No te enfades.
-       ¿Cómo no me voy a enfadar?
-       Por favor no te enfades conmigo.
-       Bueno…
-       Dame un beso anda.
-       Eres increíble. En serio.
-       ¿Se puede saber a que viene esto ahora?
-       ¿Cómo?
-       Que a que viene toda esta mierda, toda esta hostilidad, esta negación.
-       No me hables así.
-       ¡Esto es algo bonito, es algo de los dos!
-       Ya lo sé.
-       ¿Y entonces?
-       ¿Qué?
-       ¿Por qué no?
-       Te lo he dicho, no quiero que nuestra vida cambie.
-       ¿Tienes miedo de las responsabilidades?
-       No digas tonterías
-       No es ninguna tontería.
-       Sí lo es, es una gilipollez lo que estás diciendo.
-       ¿Entonces por qué?
-       Por que no.
-       ¿Es que ya no me quieres?
-       ¿Pero que estás diciendo? Claro que te quiero.
-       No mires hacia otro lado.
-       ¿Qué?
-       ¡Que no mires hacia otro lado cuando me digas que me quieres!
-       Esto es absurdo.
-       ¿Absurdo? ¡Quieres acabar con la vida de nuestro hijo y…
-       No lo llames así
-       ¿Que no lo llame como?
-       Nuestro hijo.
-       ¿Y qué te molesta más? ¿Lo de HIJO, o lo de NUESTRO?
-       No empieces…
-       ¡Es que parece que no te guste compartir esto conmigo!
-       No llores.
-       No estoy llorando…
-       No llores, te lo pido por favor.
-       ¿Y que quieres que haga? Es lo que me sale.
-       Relájate.
-       No, no puedo relajarme…¡NO PUEDO RELAJARME!
-       No grites.
-       ¡Deja de decirme lo que tengo que hacer! ¡Llevas toda nuestra relación, desde que empezó toda esta mierda, diciéndome lo que tengo que hacer! ¡Me cansa! ¿Lo entiendes? ¡ME HARTA!
-       Basta.
-       ¡Pero mírame a los ojos! ¿Qué pasa? ¿Ya no me quieres? ¿No quieres compartir esto conmigo porque ya no me amas? ¿Es eso?
-       No tiene nada que ver con eso.
-       ¡ENTONCES DIME DE UNA VEZ QUE PASA!
-       Deja eso, no te alteres, deja eso donde está.
-       ¿Ya no puedo romper cosas ni en mi propia casa? ¿También me lo vas a prohibir? ¡Pues mira! ¡Mira como me cargo lo que me da la gana! ¿Qué vas a hacer?
-       No voy a hacer nada. No me chilles.
-       Mírame..mírame a los ojos. ¡Espera un segundo! Mírame…
-       Ya te estoy mirando, ya te miro.
-       Dime, dime por qué no, dímelo.
-       Déjalo…
-       ¡NO! ¡MÍRAME! Dímelo…
-       ¡Que lo dejes!
-       ¡No, no te levantes, no te vayas, siéntate! ¿Te da miedo? ¿Te da miedo aceptar que tu vida va a cambiar? ¿Qué va a estar ligada a la mía? No puedes soportar el hecho de madurar, de crecer de una vez…Eso es lo que pasa, la cobardía, como siempre. ¡Durante nueve años aguantando tu cobardía! ¡NUEVE LARGOS AÑOS AGUANTANDO ESTO!
-       ¡CALLATE DE UNA VEZ! ¡CALLATE!
-      
-       ¿¡Ahora te callas!? ¡Ahora sí te callas! ¿Quieres saber porqué? ¿¡De verdad quieres saber porqué?!
-      
-       ¡Todo esto hubiera sido más fácil  si me hubieras hecho caso desde el principio! ¡Nada de todo esto habría pasado! Pero no…¡Claro que no!
-       ¡YO NO TENGO PORQUÉ HACER LO QUE TU ME DIGAS! ¿QUIÉN TE CREES QUE ERES? ¡SI ESTÁS PENSANDO POR UN MOMENTO QUE…!
-       ¡QUE NO ES TUYO JODER!
-      
-       Que el hijo no es tuyo Luis, que no lo es...
-      
-       ...
-      
-       No llores…no llores…te lo pido por favor. 



jueves, 17 de julio de 2014

Otoño

Las fachadas oscuras, desgastadas por el tiempo y el sol, testigos de la ciudad amurallada, se ciernen sobre la escena como gigantes dormidos. Las últimas gotas rezagadas se deslizan implacables de sus cornisas hacia el vacío de una acera de mosaicos desfigurados, de filigranas húmedas por el otoño que parece regresar en vez de partir. El ruido ensordecedor de la vuelta a casa se hace patente en cada detalle, hace tiempo que los pájaros huyeron, la naturaleza olvidó parar a descansar, el pequeño torrente que separa la calzada arrastra colillas y hojas secas, heces, lágrimas, sangre.
 Un joven viste tejanos gastados, los lleva bajos y anda con las piernas arqueadas. Su pelo está perfectamente despeinado, sus ojos fijos en un horizonte que no se vislumbra, lleva en ambas manos bolsas de la compra.
La joven viste mallas negras y vestido estampado. Está algo rellenita, su coleta rubia de bote se mueve al ritmo de su paso sorprendentemente ligero, los cabellos se rizan con la brisa que acaricia de forma húmeda al transeúnte.
 Frente a frente estas dos figuras se acercan de cara, y mientras los metros se acortan, los pasos se alargan. Él observa el suelo y ella al cielo. Ambos lo saben, ambos lo esperan. Cada vez más cerca y las miradas cada vez más centradas, el paso ligero y las bolsas que bambolean, el plástico entrechoca con la huevera, el bolso de flores se arrebuja en los senos. Las palmas sudan, un escalofrío recorre la espalda de uno de los dos.
 Están a un metro y ambos se besan con la mirada que ella ofrece de soslayo, que él aguanta como un hombre, que la sociedad observa tras su espejo. Un pestañeo leve, un pensamiento que se cruza, un instante.
De espaldas se alejan. Ella acelera el paso y mueve más si cabe las caderas, él se pellizca el tiro del pantalón mientras la bolsa de plástico se le antoja una caricia prohibida, mira al cielo y una gota le cae justo en la frente, se enfría. Nadie se da la vuelta.
Aviso al taxista de que el semáforo está en verde, oigo como mete primera con su cambio de marchas viejo.  Me alejo.
Se alejan. 

 

miércoles, 9 de julio de 2014

La lente

Se limpió los mocos con la manga del jersey, se acercó al ocular y con sus manos menudas empezó a dar vueltas a la rueda dentada. Durante un par de segundos contuvo la respiración y esperó pacientemente el enfoque. Entonces lo vio. Vio a Jesús, el niño que lo atormentaba con sus burlas cada mañana. Vio la falda plisada de Lucía que se levantaba de forma inocente cuando bajaba corriendo las escaleras. Las gafas de pasta de la señorita Maite, enmarcadas por unas cejas reprobadoras. Su madre, de manos venosas y ásperas que lo esperaba con el bocadillo de mortadela. El enrojecido rostro de su padre cuando jugaba a las tragaperras en el bar de la esquina. Su universidad, el graduado, su esposa. Vio su doctorado y su primera oferta. Los niños, el llanto, la traición. Vio una botella medio vacía, su vómito en los azulejos de un baño desconocido. Las ratas, un balcón, la caída.
Oyó una voz que le llamaba para que bajara a merendar.  Se levantó de un salto y cerró la puerta al salir dejando, como única lumbre, la bombilla del microscopio.
El pequeño grano de arena volvió a ser lo que era.

domingo, 6 de julio de 2014

UNA DE CAL Y OTRA DE ARENA


Las lágrimas le emborronaban la visión de su hija dirigiéndose al altar con un vestido blanco carísimo comprado con el sudor y la sangre de sus manos encallecidas. Recordó las amenazas. El sufrimiento y las palizas. Las estafas y el desahucio, la nueva vida en país extranjero. Maldijo ser tan tonta y buena. Se maldijo a si misma y a la niña ignorante. Al lado de su pequeña estaba aquél monstruo con carné de padre caducado, luciendo una sonrisa que resultó clara, clara en el momento en que la madre secó el último llanto con lo único que le quedaba de su abuela, un pañuelo roto y descolorido bordado con unas pequeñas flores azules. 

lunes, 30 de junio de 2014

"Papá"

Me quedaba una estación para llegar a casa, mi amor, cuando una vocecilla aguda me alejó de las maravillosas palabras de Focault. Fijé la mirada en el cristal ahumado del tren e identifiqué a una niña que viajaba con su padre, obrero, moreno, de rostro rudo y salvaje. Ella hablaba de su madre y su amante, de la piscina y los regalos, del perro, de las vacaciones….Él la miraba embelesado, frotándose con timidez las manos manchadas de rutina. De repente la niña se calló, lo agarró del brazo y dijo: Te quiero papá. Todo el tren se quedó en silencio, una lágrima empapó mis pestañas y me di cuenta, mi amor, de lo maravilloso que hubiera sido tener un hijo.