lunes, 30 de abril de 2012

Colmillos

"Cuando vio que no brotaba más sangre, se incorporó con los ojos húmedos y brillantes, más sonrosada que una aurora de mayo, con el rostro sereno, la mano tibia y ligeramente húmeda; en fin, más bella que nunca y en perfecto estado de salud. 

<<¡No moriré! ¡No moriré!- dijo, casi loca de alegría, colgándose de mi cuello-. 
Aún podré amarte mucho tiempo. Mi vida está en la tuya, y todo lo que soy procede de ti. Algunas gotas de tu rica y noble sangre, más preciosa y más eficaz que todos los elixires del mundo, me han devuelto la existencia.>>"

La muerta enamorada. 
Théophile Gautier. 




domingo, 22 de abril de 2012

Mariposas y dragones


Sentir.
Sentir es fácil, es lo más sencillo.
Sentir es natural, es inconsciente, intuitivo. Todo el mundo siente, aunque no se busque, aunque se evite a  golpe de llantos, de negación. Nadie escapa al sentir, te persigue, te atrapa, te apresa en un rincón, te consume de felicidad o de amargura, siempre llega, inexorablemente, despacio o deprisa, de repente o con los años, una vida entera para sentir, un minuto, siempre llega.
El sentir es fácil, es lo más sencillo.
Nos sorprende haciendo otra cosa. A todos nos llega el sentir, pero nos llega el sentir y se sufre y se ama, con la incertidumbre y el deseo, con la pasión, el desengaño y las noches en vela. Con las inseguridades y el dolor, el agarrarse a la carne ajena. 
El sentir es fácil, es lo más sencillo.

Lo difícil.
Lo complicado.
Lo difícil es gritarlo, es interpretarlo, es hablarlo.
Lo complicado es no temerlo,  no llorarlo, decirlo. 
Decir que lo siento por las noches, que sólo busco algo a mi lado, eso es lo complicado, que sin quererlo me llega el sentir y sólo busco encerrarlo.
Lo difícil, lo complicado, es respirarlo, “respira la emoción,” me llega como un susurro, respira la emoción y espera.

Lo difícil, quiero decir,
es comprender que lo esperado
no es resultado del propio sentir,
sino del sentir del que se tiene al lado. 

Que paséis un feliz Sant Jordi :)


jueves, 19 de abril de 2012

Volver con la frente marchita...

El verano.
Los paseos sin motivo. 
El rozar de los dedos sudorosos en mis manos.
Una copa fresca en la terraza. 
Las piernas finas y desnudas apoyadas sin demasiado cuidado. 
La música en la calle, las sandalias sucias de arena. 
El olor de aftersun tras la oreja, el vuelo de mi vestido, los ojos entrecerrados en las fotografías. 
Los labios jugosos, las sonrisas brillantes. 
Los libros desordenados en el bolso, la mirada caída mientras paseas. 
Los pies descalzos, sin pudor andando sobre las baldosas frías, escondiéndome de los ojos furtivos.
Las estrellas, el mar y la luna escurridiza. 
El calor, las cerezas, los brazos desnudos, el pelo despeinado.
Besos en mi espalda, largos, infinitos, cálidos, suaves...
Los míos en el cuello, que huele a colonia. 
Gotas de sudor en la frente, mirándome con ternura, y el aliento, dulce, acompasado, saliendo de las entrañas. 

Y sonrío y una lágrima se escapa.