lunes, 12 de diciembre de 2011

Bombillitas y demás...

Se acerca inexorablemente.
Y todo es tan distinto cuando lo lees después de tanto tiempo, y todo es tan extraño y precioso y sencillo y triste y inocente...Las únicas sobras se asemejan a los bordes de masa que cortas para hacer redondo un pastel antes de meterlo en el horno.
Y no es enigmático, no hay secretos ni silencios, no hay ni palabras, sólo letras, letras, letras, letras, y en eso se acaba convirtiendo todo. En letras que sufren y que mueren tras cada línea, y lo que parecía ser el verdugo resultó ser el último salvavidas, y se acerca el frío y las luces de colores se ciñen sobre las cabezas y la música extradiegética suena en las tiendas y se huelen los canelones y las sonrisas se multiplican y usas abrigo largo y te metes las manos en los bolsillos y haces un movimiento contenido con la nuca cuando te viene el escalofrío. 
Y los ojos se te van, una vez y otra, y sólo ves letras, letras que soportan un peso demasiado grande, volúmenes enteros llenos de letras, cascadas de letras, y son bellas, y tristes, y neuróticas, y sabias, y insoportablemente ciertas. Y son tan ciertas cuando las odias como cuando las amas. Ellas no entienden, sólo son letras al fin y al cabo, sólo son letras, joder.



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